Es una de las playas vírgenes más distintivas de Menorca y
me atrevo a decir que de las más visitadas, aunque …puedo equivocarme. De lo que sí estoy segura es de que se
le hacen un gran número de fotos cada temporada. Con el mar en calma y vacía,
como se ve en la foto, es una auténtica maravilla: la forma, el color del mar,
su nitidez, … Eso era lo habitual, incluso en pleno verano, hace unos cuantos
años cuando todavía no se había abierto el acceso. Ahora se puede llegar a pie —unos
20 minutos— desde playa Binimel.là, donde hay un aparcamiento. Evidentemente como resultado de ofrecer un mejor acceso llega más gente, tanta que a los menorquines en plena temporada turística nos
llega a parecer apabullante. Lo
cierto es que nos gusta compartir el encanto de esos pequeños rincones de
nuestra naturaleza; pero, como es apenas un préstamo, pedimos respeto con el
entorno: dejarlo tal como está, procurar no estropearlo, disfrutarlo con calma,
y ¡cómo no!, …incluso mejor en silencio.
Menorca es la segunda de las Islas Baleares. Los menorquines somos hospitalarios y presumimos de historia, monumentos megalíticos, caballos y gastronomía, playas y sol y, desde el año 1993, de que la UNESCO nos declaró Reserva de la Biosfera. Se conocen nuestros zapatos y abarcas, bisutería y queso. Queremos que la isla se conserve como es y, mientras invitamos a que nos visiten, queremos que los viajeros, muchos, la quieran como nosotros. Este blog pretende transmitir ese sentimiento.
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