He vivido en varios continentes, he viajado a muchos países,
he visto muchos cielos pero ninguno tan azul como el del invierno mediterráneo.
Ese cielo azul que en Menorca se expresa a tope especialmente en días
claros del mes de enero. Tal vez eso no tiene sentido, o tal vez sí y hay una
explicación "científica" conocida. En todo caso, esos días claros y frescos (no
digo fríos, porque los fríos de verdad no han llegado todavía) son fantásticos. Un color azul brillante que contrasta
con los campos verdes, con el perfil ondulado del paisaje e incluso con el azul del mar. Un color
azul que durante el día nos descubre los secretos de las “montañas de
Mallorca”, como solemos llamar al horizonte de la isla vecina vista desde el
sur oeste, y por la noche una infinidad de estrellas.
Menorca es la segunda de las Islas Baleares. Los menorquines somos hospitalarios y presumimos de historia, monumentos megalíticos, caballos y gastronomía, playas y sol y, desde el año 1993, de que la UNESCO nos declaró Reserva de la Biosfera. Se conocen nuestros zapatos y abarcas, bisutería y queso. Queremos que la isla se conserve como es y, mientras invitamos a que nos visiten, queremos que los viajeros, muchos, la quieran como nosotros. Este blog pretende transmitir ese sentimiento.
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