Cala'n Porter © Pilar de Vicente |
No sé si ocurre lo mismo en otros lugares. He vivido en
varios y no recuerdo el mismo sentimiento. La entrada en otoño en Menorca es
especial: se va acabando el calor — aunque este mes de septiembre ha sido más
caluroso que julio y agosto y se agradece un cambio; llegan más nubes a
compartir el cielo y la luz se vuelve gris; se va la gente, aunque muchos ya se
han ido …, no, lo que ocurre es que se van y no llegan más; se vacían las
playas, las calles, los bares, las tiendas; se acaban los programas de
entretenimiento (deporte, música, …); la carretera se ensancha…otra vez. Nos
quedamos los de siempre, volvemos a la rutina, a esa parte del año cuando el
tiempo cunde para hacer de todo, nos encontramos con amigos y conocidos que
hace meses no veíamos —cuando hay mucha gente se pasa más desapercibido—,
disminuimos la velocidad, … Una época de baja intensidad que llega más o menos hasta
finales de año, un tiempo para recargar pilas y rescatar nuestra idiosincrasia,
un lapso necesario para preparar el próximo año porque también parte de nuestra
personalidad isleña es la hospitalidad. El sentimiento del otoño
en Menorca es ....como de nostalgia.
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